Humberto Vacaflor Ganam
22 de marzo 2019
Que el primer presidente indio de Bolivia haya enviado a la policía a atropellar a indígenas no es una novedad. Esta vez fue en Tariquía, donde unos indígenas se oponían al ingreso de petroleras a ese parque nacional.
Desde 2006 hasta ahora, los atropellos a los indígenas han sido tantos y tan sangrientos que obliga a dudar aquello de que el actual sea el primer presidente indio: quizá haya que definirlo solamente como primer presidente cocalero.
La torpeza del atropello es reveladora. Confirma que el gas natural se ha agotado y que el gobierno necesita, desesperadamente, reponer por lo menos una parte de las reservas consumidas.
Que lo haya hecho en plena campaña electoral abre otras dudas, esta vez acerca de la coherencia de los equipos que trabajan para el binomio proscrito por un referéndum. Alguien estaría pateando para el otro lado.
Y otras dudas más. ¿No hay seguridad en lo que se vaya a encontrar en Boyuy X2, el pozo en el que YPFB y el gobierno han decidido poner todos los huevos?
Que se sepa, los trépanos de Repsol llegaron hasta los 7.964 metros, según dice Siglo 21. Ni un metro más.
Si se tratara de un campo grande, sería del tamaño de Margarita. Pero también hay la posibilidad de que sólo sea agua con gas. Agua caliente, diría el experto Carlos Delius, porque a esa profundidad la temperatura es de 200 grados. Tendríamos huevos duros.
En las horas en que el gobierno mandaba apalear a los indígenas de Tariquía, Argentina estaba dudando sobre el volumen de gas que quiere recibir. La primera intención era “nominar” 5 millones m3/d pero, por hacer un favor, decidió pedir 7 millones.
Esto, junto a lo que hay que enviar a Brasil y lo que se debe destinar al mercado interno, suma 24 millones m3/d. Resulta que ahora, el mercado interno está consumiendo más que los vecinos.
Las razones que tiene Argentina para pedir poco gas son muchas. Quizá la más importante sea que los 70 camiones cisterna que deben pasar la frontera todos los días con GLP son sospechosos desde que algunos de ellos estuvieron cargados con cocaína en calidad no de yapa, sino de producto principal hace cuatro años. Y no hay ninguna adenda para la cocaína.
En medio de todas estas dudas, queda la más importante: qué hacer para que las exportaciones de gas natural generen el dinero suficiente para comprar gasolina y diesel del exterior.