Humberto Vacaflor Ganam
Ya lo había dicho Jair Bolsonaro: el presidente Evo Morales está cambiando, supuestamente para bien. Parece que tiene razón porque el cocalero acaba de decir que la lucha en defensa de la coca “ya no es patria o muerte”.
Pero que no se apure el brasileño. Bolsonaro tendría que sospechar que quizá el cocalero está diciendo estas cosas sólo porque quiere ganar votos, de la gente que condena el narcotráfico, y que quizá vuelva a sus criterios conocidos después de las elecciones. No lo conoce bien.
El cocalero, por lo demás, está enfrentando una muy mala racha, justo cuando quiere ser re-re-re electo a pesar de haber sido vetado por un referéndum.
El incendio de los bosques de Santa Cruz y Beni, incendio autorizado por un decreto que él mismo firmó, no le ayuda en su campaña, sino todo lo contrario.
Y lo malo es que su firma está en esos documentos que alientan a los colonos que ocuparon tierras cercanas a la frontera con Brasil y que quieren plantar cocales en el valle de Tucabaca cuando se apague el fuego.
Suma y sigue la mala racha. Llegan los análisis de las Naciones Unidas acerca de la coca, del exceso de cultivos, de la menor incautación de droga, que le obligan a decir aquello de que la coca ya no es patria o muerte.
Entre líneas, el informe de la ONU dice que de toda la producción de coca del país, es decir Yungas y Chapare, 42% se va al narcotráfico. No se necesita hilar muy fino para concluir que “toda” la producción de Chapare va al narcotráfico, como era conocido.
Y está Félix Patzi, el candidato sin posibilidades de ganar pero que por lo menos abre la boca, que ha propuesto abrogar la ley de la coca de cocalero de Chapare, hacer un censo para saber cuánta coca se necesita para el acullico, y eliminar todos los cocales innecesarios.
La mala racha incluye a los empresarios brasileños que llegan a hablar de comprar gas boliviano pero que, en primer lugar, incluso antes de saludar, preguntan si hay seguridades de que existe gas, y si van a tener garantías de una provisión segura.
Desde la salud de la economía, los mensajes son preocupantes. El ministro de Economía ha rebajado drásticamente los techos presupuestarios de las gobernaciones para el próximo año.
Se acabó el gas y lo único pujante es la industria de la coca, aunque no sea de vida o muerte.