Humberto Vacaflor Ganam
El gobierno se ha dignado informar que la burbuja inmobiliaria ha sido controlada, aunque después de haber admitido que los precios de las viviendas de interés social habían perdido 35% de su valor.
Si la burbuja ha sido controlada, pues todos debemos estar tranquilos. Fue una pesadilla, una lectura equivocada de los hechos, una malintencionada campaña de los enemigos del “proceso de cambio”.
Pero hay algunas noticias que persisten, todas acerca de los problemas que tiene el financiamiento de las viviendas de interés social, que ponen en duda eso de que la burbuja haya sido controlada.
En el curso de 24 horas se produjo la semana pasada una discrepancia entre el gobierno y los bancos sobre las garantías de los créditos para la vivienda social.
El secretario ejecutivo de Asoban, Nelson Villalobos, dijo un día que debía acabarse el régimen de las tasas de interés fijas, porque estaba perjudicando a los bancos.
Alguna oferta que no podía rechazar le habrán hecho al señor Villalobos que al día siguiente dijo que Asoban había llegado a un acuerdo con ASFI para mantener también durante todo este año (el electoral) el sistema de las tasas de interés fijas y el programa de créditos para viviendas de interés social.
Pero queda pendiente el tema central. Los bancos no quieren seguir usando las tasas de interés fijadas por el gobierno porque, lo dijo el propio Villalobos, ahora las utilidades de los bancos están cayendo.
Fue cuando el exministro de Economía, e insistente aspirante a volver al cargo, Luis Arce Catacora, dijo que en este “proceso de cambio” los bancos ganaron mucho dinero y que ahora siguen teniendo utilidades, por lo que deberían callarse la boca y seguir soportando (en el sentido español de este verbo) los programas de vivienda social y de créditos productivos.
El problema es que algunos beneficiarios del programa de vivienda social no han podido cubrir sus obligaciones y han entrado en mora. Los especuladores urbanísticos también están preocupados, aunque ellos saben que, al final, serán los bancos quienes deban responder.
Pero, eso sí, de la burbuja no se debe hablar. Aunque la aludan todos, con excesiva frecuencia.
Es el personaje innombrable, como en la novela de Alessandro Manzoni. Un personaje central pero innombrable.