Humberto Vacaflor Ganam
Los ruidos de los ejércitos persas están cada vez más cerca de la realidad boliviana, como les había ocurrido a los griegos hace 2.500 años, cuando avanzaban amenazantes las tropas de Jerjes.
El canciller iraní, Javad Zarif, llegó a Bolivia a los pocos días de la visita que había hecho Michael Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, a la Triple Frontera, donde firmó un acuerdo con Argentina, Brasil y Paraguay para enfrentar al terrorismo de Hezbolah y al narcotráfico.
Con la visita de Zarif, los persas estaban haciendo acto de presencia en la región, visitando sus cabeceras de playa más confiables, Venezuela y Bolivia, para mostrar a Estados Unidos que esta partida apenas comienza.
George W. Bush había propuesto llamar “el eje del mal” a esta alianza internacional de la que forma parte Irán y que ahora tiene la participación de Rusia y China. Fue la única idea inteligente del tejano.
El presidente de Colombia, Iván Duque, propone otro nombre para esta alianza a la que se ha afiliado Bolivia por decisión del presidente Evo Morales, y nadie más. Duque propone que este eje se llame “transnacional del crimen organizado”. Un poco más largo que el nombre pero más apropiado porque alude al carácter empresarial que tiene este eje: el financiamiento de la droga.
En este momento Duque está comprobando cómo las FARC han decidido afiliarse a este eje y renuncian a cumplir los acuerdos de paz firmados en Cuba por el gobierno de Juan Manuel Santos.
Iván Márquez, cabecilla de una fracción de las FARC, había hecho el anuncio a principios de este año: la prioridad de los “combatientes” colombianos en este momento es defender al gobierno de Nicolás Maduro de Venezuela, dijo.
Bolivia se ha convertido en la cabecera de playa más meridional de esta transnacional. La semana pasada, el Supremo Tribunal Federal de Brasil tuvo que pedir a Petrobrás que venda combustibles a dos barcos iraníes que habían llegado cargados de urea dos meses antes y debían partir de regreso con maíz brasileño. Petrobrás no les vendía combustible por temor a las sanciones de Estados Unidos. Argentina, dice Clarín, se ha puesto quisquillosa con la posibilidad de que la “nanotecnología” persa se use en la frontera de Argentina con Bolivia. Y ha descartado el negocio de entregar los aviones Pampa III como parte de pago por el gas boliviano.
En fin, que Bolivia es ahora aliada de las tropas de Jerjes que quieren destruir no sólo Atenas, sino toda la cultura occidental y cristiana.