Humberto Vacaflor Ganam
Uruguay está importando carne de vaca como nunca jamás en su historia. Sólo en julio las importaciones de carne de res sumaron 3.000 toneladas.
Esto parece una paradoja. Equivale a decir que Paraguay importa yerba mate, o Bolivia importa cocaína. (Antes se podía decir: o Bolivia importa estaño).
Los uruguayos nunca usan carbón en sus parrilladas: solamente leña, que se va haciendo brasa en unas parrillas diseñadas para ese efecto.
Pues ahora en esas parrillas están comiendo carne de Argentina, Paraguay y Brasil. Porque la carne del ganado uruguayo ha sido contratada por los chinos.
En este momento, dicen las estadísticas, cada chino come 6 kilos de carne por año, lo que revela que los miembros del partido comunista chino están comiendo muy bien, a tal punto que, compartido con los 1.300 millones de chinos, sólo para las estadísticas, da 6 kilos para cada uno.
En cambio, los uruguayos tienen un consumo de 60 kilos cada uno por año, de cualquier partido lema o sublema que sea. Es que ellos son solamente 3 millones de habitantes, aunque tienen 13 millones de cabezas de ganado, dice un reportaje de Reuters.
Algo han encontrado los chinos en la carne uruguaya que les gusta mucho. Dice el reportaje que quizá sea la dieta de las vacas: pasturas naturales, sin harinas de engorde ni hormonas.
Los uruguayos se pueden dar el lujo de exportar su carne de res y comprar otra, para sus parrillas, que sin ser tan buena como la de sus hatos, sirve más o menos. Es que la carne uruguaya vale 4 dólares el kilo en el mercado internacional y las de Argentina, Brasil o Paraguay solamente 2,60.
Son detalles que deberían tomar en cuenta quienes festejan la exportación de un poco de carne de res de Bolivia a la China. Habrá que ver si el mercado interno podrá ser abastecido con otras carnes, en el caso de que los chinitos prefieran la nacional.
Pero mi temor es que si se diera el caso, y los chinitos quisieran comer carne de res todos ellos, y no sólo los del partido comunista, toda la tierra apta para la ganadería de Sudamérica no daría abasto. Los 1.300 millones de chinitos necesitarían que desaparezcan los bosques y que en esta parte del mundo sólo existan pasturas para el ganado. Pero no bastaría.
Habría que quemarlo todo. La idea del gobierno del MAS, de quemarlo todo, es una demostración de un frío criterio de mercado.
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