Humberto Vacaflor Ganam
Un difícil desafío se presenta ahora para el país, con un partido que se propone permanecer en el poder durante 500 años y que alega no haber perdido ninguna elección desde 2005.
Mala memoria tiene el partido de gobierno. El MAS ha perdido hasta ahora, desde 2006, en por lo menos cuatro consultas populares.
Perdió en los referendos por los estatutos autonómicos a mediados de 2008, perdió en las elecciones subnacionales de 2015, perdió en el referéndum del 21-F de 2016 y perdió en las elecciones de jueces de 2018, cuando los votos nulos y blancos sumaron más de 70%.
Los expertos en temas políticos dicen que si esta vez no ganara en la primera vuelta, sería otra derrota del MAS, sin importar lo que pueda ocurrir en la segunda vuelta.
El presidente Evo Morales ha dicho que su partido le dará “una paliza” a la derecha, es decir a la oposición, lo que no es una garantía de que eso pueda ocurrir, porque en 2016, antes del referéndum del 21-F, dijo que para él esa consulta era “pan comido”.
Los datos reales de aquel referéndum dieron una diferencia de por lo menos 16 puntos a favor del NO, diferencia que fue reducida a la fuerza, sometiendo a los números a verdaderas torturas, hasta reducirla a menos de dos puntos.
Ahora, el partido del presidente está haciendo todo lo necesario, en un margen muy amplio, para evitar la segunda vuelta, lo que supone el haber ordenado al TSE aumentar el padrón electoral en la tasa más alta de la historia de las elecciones nacionales y mundiales.
La tasa de natalidad que se dio en el país en la última mitad de siglo no respalda este boom de electores que se presenta ahora. Aquí hay gato encerrado, por lo menos un millón de gatos encerrados.
Algo que seguramente los expertos internacionales que han llegado para observar las elecciones puedan decir si este increíble fenómeno de multiplicación de los electores se ha dado en otras latitudes.
Algunos opositores han sugerido que quizá este milagro se explique porque miles de venezolanos y cubanos radicados en Bolivia hayan sido incluidos en el padrón. El gobierno podría responder diciendo que ha expulsado a los venezolanos que llegaron como refugiados, pero eso haría que las cifras no cuadren para nada.
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