México, país condenado

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Humberto Vacaflor Ganam

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene con México una diferencia más grande que el muro fronterizo: quiere acabar con los cárteles de la droga mexicanos pero el presidente vecino dice que eso ocurrirá sólo por encima de su cadáver.

Desde que llegó al gobierno, además de repetir 15.000 mentiras en sus somnolientas apariciones mañaneras (bien contabilizadas por un bloguero) , el presidente mexicano, Manuel López, ha declarado la paz, de manera unilateral, con los cárteles de la droga.

En realidad capituló ante los cárteles, se rindió,  rindió al Estado mexicano al poder de la droga, cuando México se ha convertido en el segundo productor de opio del mundo, después de Afganistán, además de ser el territorio desde donde pasa la cocaína y la marihuana.

Trump dijo que los cárteles son terroristas “tienen dinero ilimitado, porque es dinero de las drogas y dinero de tráfico humano”. López respondió diciendo que no  permitirá que los cárteles sea tratados como grupos terroristas y menos que sean aniquilados.

Algo tiene que ver con Bolivia este problema entre Estados Unidos y México. Fue en Sinaloa, en la frontera de los dos países, donde Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, había sido detenido por la policía pero fue liberado por orden del presidente López. Y es que ese Guzmán había estado viviendo en Bolivia, tenía credenciales del parlamento boliviano, como miembro del MAS, según se acaba de revelar.

El periodista Raymundo Sánchez publica en El Heraldo un comentario en que dice que el asilo del cocalero boliviano en México es la mejor arma que podía tener Trump para mostrar que, como es notorio para todos, se trata de un “narco-Estado”, quizá pronto un Estado fallido.

El regalo perfecto que permite a la administración de míster Trump permear la narrativa de que el gobierno de México no sólo está rebasado por los cárteles criminales, sino que protege y “convierte en un héroe de uno de los capos más grandes de América, como escribió la influyente columnista del diario The Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady, el pasado 17 de noviembre.

Sánchez hace una predicción: “Morales convirtió a Bolivia en un narco Estado en toda regla. La estrategia fue tan exitosa, que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, conocidas como FARC, trabajan para replicarlo”.

Quizá aquí se equivoca el colega Sánchez. Son los cocaleros de Chapare los que quieren ahora replicar la receta de las FARC, controlando el territorio, para lo que necesitan tener un ejército armado.

Para que Bolivia esté en la misma situación de México, tendrían que haber más Chapares, quizá en Amboró, en Choré y en Tucabaca, como quería el jefe cocalero.

Siglo21bolivia.com

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