Humberto Vacaflor Ganam
Los trabajadores bolivianos del canal de Televisión iraní Abya Yala son muy perspicaces. Tomaron las instalaciones del canal, obsequio del gobierno de Irán al cocalero ahora fugado, dos días antes de que Donald Trump ordenara la muerte del general iraní Qasem Soleimani.
El gobierno de Irán, heredero de la Persia que atacó Atenas con Jerjes y Darío hace 3.000 años, pero salió derrotada, ha jurado venganza, por el momento sólo contra Estados Unidos y no todavía contra sus aliados. Es probable que no consideren como un agravio muy grande la toma del canal de Tv Abya Yala y Bolivia no figure en la lista de los enemigos principales.
El cocalero derrotado no conocía los antecedentes históricos de esta guerra tan antigua, aunque se podría sospechar que alguna inquietud tenía de ello cuando dijo que el pueblo aimara ayudó a derrotar al imperio romano, abriendo un abismo de dudas sobre la historia conocida.
Aparte de este incidente con el canal de Tv iraní, la sensación de que Bolivia está en medio de una guerra la dan los periodistas y medios internacionales lanzados a atacar al gobierno de la señora Jeanine Áñez. Hemos cambiado tantas veces de gobiernos pero nunca se había dado un coro tan grande de críticos. Y críticos tan bien pagados, lo que quizá sea un síntoma más de la crisis económica de los medios de comunicación tradicionales.
Hasta gobiernos enteros han sido incorporados en el coro de los críticos. Un gobierno que ha llevado a la vicepresidencia a una señora acusada de ser una ladrona consumada y otro que ofrece una versión igualmente apolillada del PRI mexicano figuran en esta lista. Y otro, en España, que propone dividir a ese país para poder quedarse como presidente del gobierno de lo que quede.
La guerra en la que está metida Bolivia es muy grande. Ni siquiera los vecinos que se quedaron con pedazos del territorio boliviano en tiempos diferentes llegaron a ser tan grande amenaza. Esta vez se trata de un frente muy grande, que va desde Cuba hasta Turquía, y de allí hasta Rusia, además de los musulmanes promotores del terrorismo más descarnado, y hasta China. Es decir, el mundo musulmán comunista conocido.
Hemos roto lanzas con Irán, el país que promueve el terrorismo en el mundo, rompiendo una alianza antinatura a la que nos había llevado el cocalero.
No era solamente el canal de televisión iraní, era también la explotación de uranio en los ríos del Beni y en el altiplano. Quizá haya que resignarse pensando que estamos en una guerra mundial, donde los guerreros bolivianos son más despiertos que los españoles, lo que no es ningún consuelo.
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