Humberto Vacaflor Ganam
Esto parece una farsa. Todos afanados, incluso el que sabe que tiene el as bajo la manga, peleando por unos puntos en las encuestas, aunque saben, o deberían saber, que esas encuestas sólo muestran la probable distribución de la mitad de los escaños del parlamento.
Algo que el MAS ha dejado encriptado es el sistema de asignación de escaños que unos delincuentes catalanes trajeron como fórmula de fraude a Venezuela y luego lo trasladaron a Bolivia, por el que los votos de las zonas alejadas valen más que los de los centros urbanos.
Las últimas cifras conocidas dicen que Arce recibiría 28%, Mesa 22%, Áñez 18%, Camacho 9%, pero todo eso se refiere a los votos urbanos que definirán la asignación de la mitad de los escaños. La otra mitad, pues está en el cofre del MAS.
Lo que deja abierta la posibilidad de que quienes aseguran desde el exterior que el 20 de octubre pasado no hubo fraude están en lo cierto, porque no advierten que el fraude está incorporado en el sistema electoral, y sólo puede ser eliminado después de un censo.
Cuando se descubrió el fraude manual, torpe, pedestre, de cambio de actas, que hizo el MAS, ese partido y su candidato ahora prófugo iba a perder 5 puntos porcentuales, pero eso no hubiera impedido que siguiera teniendo mayoría en ambas cámaras. Es que el sistema no puede fallar.
Pero ocurre que con esos puntos menos, el MAS hubiera tenido que ir a una segunda vuelta. Fue cuando el cocalero se vio en un dilema de futbolero: o perder por goleada o perder por walk-over. Prefirió huir. Porque la goleada podía haber sido 80-20. Y eso hubiera puesto a la luz todo el sistema de fraude, del fraude empotrado, instalado, injertado, en el ordenamiento electoral. Hasta los catalanes separatistas habrían sido puestos en evidencia, ellos y su dialecto.
¿Qué se puede hacer para evitar la sensación de estar haciendo el ridículo en las próximas elecciones?
El anterior Tribunal Supremo Electoral mostró en 2014, según recuerda el diputado Horacio Poppe, que la configuración de las circunscripciones puede ser modificada incluso cuando las elecciones están a pocas semanas de distancia.
El actual TSE podría, si se propusiera, hacer los cambios necesarios para que los votos de los ciudadanos tengan el mismo peso específico. Que en los nueve departamentos hayan circunscripciones con la misma cantidad de electores.
Como están las cosas ahora, algunos votos del campo valen como tres de las ciudades. Una circunscripción de La Paz, con derecho a un diputado, tiene 187.000 votantes y una de Chuquisaca sólo tiene 30.000 votantes y también un diputado.
Salvador Romero Ballivián y todo el TSE tendrían que hacer algo para que el resto de los bolivianos, 80% de los cuales vivimos en ciudades, no tengamos la sensación de estar haciendo el ridículo el 3 de mayo.
La encuestas, al fin y al cabo, muestran lo que dicen haber detectado en ese ingenuo 80% de votantes que sólo pueden elegir a 50% de los escaños. Estamos ante un electorado ingenuo y unas encuestas que se hacen las ingenuas.
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