Humberto Vacaflor Ganam
El reinado del petróleo ha durado hasta ahora 161 años pero se apaga como una vela, igual que el reinado del carbón mineral, que ha durado hasta ahora 260 años y se apaga como una brasa.
Según Antonio Escohotado, investigador español, en los últimos 250 años el PIB per cápita en todo el mundo aumentó en 500 puntos. Gran aporte.
Pero todo cambia. En agosto pasado, Exoonmobil salió del índice Dow Jones de la bolsa de valores después de haber reinado allí durante noventa años, lo que marca el rediseño de la industria energética en el mundo.
La familia real de Arabia Saudita está lanzada a un cambio de rubro y apunta a dejar los hidrocarburos para dedicarse a las energías verdes y menos agresivas con el medio ambiente.
En Bolivia, ya sabemos, la historia de los hidrocarburos comenzó en 1920 en Bermejo y ahora, cien años después, se agota junto con los campos de gas que fueron sobreexplotados por el gobierno del cocalero Morales, hasta agotarlos.
El yacimiento de Bermejo fue el motivo inicial para la guerra con Paraguay. El final de esa guerra dio lugar a la primera nacionalización del petróleo. Y el final de la guerrilla del Che llevó a la segunda nacionalización. La tercera fue una payasada cometida por el gobierno del cocalero Morales.
Ahora, la empresa Total informa que la perforación del pozo Ñancahuazu resultó un fracaso, lo que deja las reservas de gas en situación dramática.
Cada vez con menos timidez, los expertos se preguntan si vale la pena seguir exportando gas o es preferible reservar el que queda para por lo menos aplazar el momento en que el país tenga que importarlo.
La situación del sector energético en Bolivia es preocupante no solamente por el agotamiento del gas, sino porque el país ha hecho una gigantesca inversión en turbinas sin un cálculo inteligente.
Se sabe que una empresa europea le vendió al gobierno del cocalero Morales una cantidad excesiva de turbinas por un valor superior a los 1.000 millones de dólares. Eran los días en que el gobierno del MAS hacía compras sin pensar en otra cosa que en las comisiones que pagarían los proveedores a las autoridades nacionales que firmaran los contratos.
Si ese mismo dinero se hubiera destinado a mejorar las posibilidades del país en energías alternativas, se podría mirar el futuro con algo de confianza.
Ahora, con la falta de gas y petróleo, el peligro es que las turbinas ya compradas sean inservibles, aunque la deuda es muy grande.
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