Confidencialidad del pecado

0

Humberto Vacaflor Ganam
Eva Copa nos había acostumbrado a que el parlamento fiscaliza, de veras, lo que hace el poder ejecutivo, incluso con saña, porque llegó a extremos de frenar la llegada de ayuda internacional, sólo porque el gobierno no era masista.
El recuerdo de ese abuso de la facultad fiscalizadora del parlamento hace que parezca grosera la decisión del gobierno actual de aplicar la “cláusula de confidencialidad” a algunos contratos, como el de la compra de la vacuna rusa, y el parlamento no diga una palabra.
Se sabe que Argentina tuvo que aceptar, a cambio de recibir la vacuna rusa, que el gobierno de Vladimir Putín instale en la Patagonia una base permanente para cubrir toda Sudamérica con un sistema similar al GPS desarrollado en Moscú.
Allí tampoco se ha difundido la información del precio que el gobierno de Alberto Fernández debe pagar por las vacunas rusas, además de haber cedido parte de la soberanía argentina.
La mayoría que tiene el MAS en el parlamento impide que la oposición pida informes sobre este acuerdo que podría, a juzgar por lo que pasó en Argentina, estar comprometiendo también la soberanía boliviana.
Es probable que el acuerdo incluya el avance del proyecto de instalación de una planta nuclear en El Alto, un proyecto en el que está comprometida también la dictadura iraní.
La “confidencialidad” del contrato podría estar ocultando cualquier barbaridad, y la ciudadanía no tiene la posibilidad de enterarse porque el parlamento no fiscaliza y la Contraloría, en realidad, no existe desde 2006.
Esta cláusula es una patraña que viola las leyes, comenzando por la constitución, pero nada se puede hacer, sobre todo desde que el MAS ha decidido comprar a algunos legisladores que llegaron al parlamento en la lista de partidos supuestamente opositores. Si sigue avanzando en estas compras, el partido de gobierno podrá, dentro de poco, volver a la vigencia de los dos tercios como condición para tomar decisiones en el parlamento.
Mientras tanto, en Argentina se observa con asombro cómo se demora la llegada de las vacunas rusas debido a que la capacidad de producción es limitada. Un avión de Aerolíneas Argentinas que debía traer 300.000 vacunas está demorado desde hace tres semanas, por las dificultades rusas.
Y también se sabe que el gobierno de Panamá decidió rechazar el ofrecimiento de vacunas rusas que iban a llegar en calidad de obsequio. Es que hay muchas dudas sobre la calidad de esas vacunas, dado que no fueron aprobadas por la OMS.
Pero sumarle a todo eso la “confidencialidad” es un caso de abuso de poder.
Siglo21bolivia.com

COMPARTIR.

DEJA UNA RESPUESTA