Humberto Vacaflor Ganam
Los masistas tienen un grave problema, aparte de la enfermedad terminal que sufre su partido: deben jubilar a su caudillo, preferiblemente en una casa de salud, porque está desvariando.
Eva Copa, que lo conoce muy bien, ha dicho que el cocalero sufre de una paranoia con los golpes de Estado, pero prefirió dar rienda suelta a sus opiniones “por respeto a su edad”.
Como Luis XIV de Francia, que dijo aquello de “el Estado soy yo”, el cocalero les ha dicho a los empleados públicos paceños que llegaron a Cochabamba, que la unidad del MAS será posible solo si él sigue siendo el jefe. El MAS tiene futuro solo con él a la cabeza.
Los que no estén de acuerdo, deben ser purgados, dijo, pero le faltó aclarar que “purga”, en este caso, significa que deben ser despedidos de sus cargos.
Se trata de unos masistas que militan en el “antievismo”, dijo luego el cocalero, creando una categoría política desconocida hasta ahora, y que lo tiene a él como el referente, una especie de meridiano.
O crees en Evo o eres “antievista” es el parámetro ante el que deben definirse los masistas y, si avanza la propuesta, todos los bolivianos.
Los masistas con algún criterio, que los hay, se miran de soslayo cuando escuchan al cocalero decir esos dislates. Piensan: “el viejo está loco”, pero no lo quieren decir en voz alta, por el momento.
Quienes habían cuestionado su capacidad de elegir candidatos fueron señalados por el dedo del cocalero como los primeros que han de ser sometidos a la purga.
Han incurrido en el pecado de dudar de la infalibilidad del caudillo, solo porque sus candidatos perdieron como en la guerra.
Y todos miran a Arce Catacora, quien también fue elegido por el cocalero y ahora no tiene idea de lo que debe hacer, aparte de ofrecer la cárcel a todos sus críticos pero sobre todo a los que se confabularon para que la dictadura del cocalero sea interrumpida para siempre en noviembre de 2019.
El presidente actual es la mejor demostración de que el “dedazo” del cocalero falla, incluso si el candidato ha sido elegido.
Quintana o Romero hubieran querido ser los elegidos, pero el cocalero optó por Arce Catacora sospechando que el problema mayor del país sería el manejo de la economía. O quizá lo eligió para castigarlo, para que sufra en carne propia las consecuencias de las desastrosa política que aplicó durante trece años.
Pero los masistas quieren encontrar, con urgencia, algún lugar para el cocalero, que está desvariando.
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