Humberto Vacaflor Ganam
En vista de que, de veras, nos estamos quedando si gas natural, el gobierno ha decidido admitir que la política petrolera del MAS estaba equivocada, porque ahuyentó las inversiones, pero ya es muy tarde; no hay remetido.
En Siglo 21 se lee que el propio Decio Oddone, que dirigió Petrobrás-Bolivia cuando comenzaban las exportaciones, define a la “nacionalización” de 2006 como una farsa. Le llama “forzado cambio de contratos”.
En 1937, cuando se produjo a primera nacionalización del petróleo en Bolivia, la Standard Oil se fue al día siguiente, con todos sus bienes embargados, y en 1969, cuando se produjo la segunda, lo mismo le pasó a la Gulf Oil. Esas eran nacionalizaciones y no la payasada de 2006. Quince años después de la “nacionalización” de burlas del MAS se están yendo las empresas petroleras pero no porque las estén echando, sino porque o están cansadas o están cambiando de rubro.
Este éxodo llega justamente cuando el gobierno de Luis Arce ha decidido cambiar la ley de hidrocarburos y la propia CPE para lograr que las empresas comiencen a invertir y encuentren nuevos bolsones de gas, ahora que los antiguos se están agotando.
Pero es tarde. Dice también Siglo 21 que las gigantes petroleras del mundo decidieron, el 26 de mayo de este año, hace pocos días, que van a dejar el negocio y se van a dedicar a producir energías limpias. Grupos ecologistas lograron penetrar en los directorios de las empresas y les han hecho decidir algo así como un “cambio y fuera”, a otra cosa.
Y pensar que el gobierno del cocalero Morales creía que lo estaba haciendo bien cuando decía que lo hecho en 2006 había sido una nacionalización. Gastó miles de millones de dólares en propaganda (4.000 millones exactamente) para vender esa idea a los bolivianos.
Fue una lamentable falla de los asesores en publicidad. El mensaje había llegado a las empresas, a sus casas matrices, donde decidieron suspender las inversiones. Quizá dijeran que, pues, no vaya a ser que, una de esas, el cocalero decide hacer una nacionalización en serio. El cocalero no la hizo pero las empresas dejaron de todos modos de invertir.
Y así estamos ahora. Sin gas para enviar a Argentina ni Brasil. Los contratos que se firman ahora se llaman “interrumpibles” para dar lugar a que YPFB pueda decir en cualquier momento que lo siente mucho y que no puede enviar el volumen comprometido.
Lo cierto es que ahora es muy tarde. Se perdió la oportunidad de que las empresas invirtieran cuando era posible, y ahora nada se puede hacer.
Para el consumo interno, quizá la “taquia” sea una solución.