Quieren escarmentar a los bolivianos

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Humberto Vacaflor Ganam

Algún sentido coherente ha de tener el comportamiento sádico del actual gobierno, empeñado en castigar con “su” justicia a quienes osaron ocupar cargos públicos después de la fuga del cocalero Morales, en noviembre de 2019.

Quienes manejan este sistema de guillotina judicial no se frenan ante nada. Comienzan por pisotear las leyes, la constitución y dañan también la imagen exterior del país.

Se portan como la dictadura nicaragüense, la dinastía cubana o la tiranía venezolana y lo curioso es que lo hacen cuando el gobierno de Luis Arce necesita hacer buenas migas con las democracias occidentales para encarar el problema de la deuda externa dejada por el cocalero Morales.

Hay algún propósito difícil de reconocer en este comportamiento brutal y abusivo que, por supuesto, ha hecho que baje la aprobación del gobierno, si alguna hubiera tenido sin el fraude.

Quizá la explicación esté en los propósitos del personaje que hace de dictador.

¿No será que el cocalero, porque se lo sugirieron sus mentores internacionales, ya sean iraníes, cubanos, rusos o chinos, ha ordenado que los jueces masistas apliquen con la mayor dureza posible el plan de venganza por un propósito muy claro?

Y esa razón sería que es preciso sentar el escarmiento entre los bolivianos para que nunca más, jamás de los jamases, ninguno de ellos se atreva a ocupar los cargos públicos que la pachamama o los designios del eje de las autocracias han reservado para el MAS, para siempre. Para ello, se debe ejecutar una masacre como la de Tienanmen, aunque sea sin tanques.

Un viceministro del gobierno de Jeanine Áñez que no firmó ningún documento del caso el crédito del FMI ha sido encarcelado sin motivo, cuando estaba a punto de partir en su viaje de luna de miel. Y también está presa su esposa.

El grado de saña, de sadismo, de abuso, ha llegado al extremo y si no ha producido todavía una reacción popular masiva, como la de octubre-noviembre de 2019, es porque la pandemia tiene muy preocupada a la gente.

Ha caído por ello la imagen del presidente Arce, sin contar sus desatinos en el manejo de las vacunas. Y el cocalero Morales provoca ahora un grado mayor de repudio que en noviembre de 2019, por lo que quizá tenga que despedirse de la idea de ser candidato en 2025.

Pero las elecciones son de poco cuidado para el MAS. Está ajustando las clavijas del TSE con el mismo desparpajo y cinismo con que aplica a guillotina judicial.

El padrón electoral sigue preñado de las trampas que llevaron al fraude de 2019… y de 2020. Lo dice la vocal Rosario Baptista.

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