Humberto Vacaflor Ganam
¿Puede un aparato de represión sobrevivir y seguir operando después de que ha fracasado la dictadura que lo creó?
Vladimir Putín ha demostrado que eso es posible. Después de que la URSS se derrumbó por el fracaso del comunismo, él decidió seguir usando esta nueva “orquesta roja”, es decir la KGB, que la financia con los ingresos de las empresas soviéticas de las que se adueñó durante el derrumbe.
Su invento muestra que cuando es posible usar el aparato de control político de manera eficiente e impune, nada hace falta: incluso la política es redundante.
Él ha decidido que se mantendrá en el cargo de gobernante de Rusia hasta el año 2036. Quienes no estén de acuerdo deben saber que tendrán una prolongada residencia en alguna de las cárceles de Siberia, tan larga que llegan a preferir haber sido envenenados.
Las colonias rusas de América latina han copiado el modelo y lo están usando con muy buenos resultados para ellos.
Lo que hace el cocalero Morales en Bolivia es usar el aparato de represión que creó durante su desastrosa gestión de presidente. Los ingresos que tiene de actividades por todos conocidas le permiten mantener el aparato muy bien aceitado.
Ha llegado a extremos, como el de humillar a las Fuerzas Armadas mediante el desconocimiento de la Justicia Militar, un fuero especial que hasta ahora era un derecho irrenunciable para todo militar.
Y ha desatado un furiosa represión contra quienes participaron en el levantamiento popular de 2019 que le obligó a huir despavorido, con lo que perdió para siempre la posibilidad de seguir siendo dictador con el cargo de presidente.
Por el momento es dictador sin ser presidente, lo que es una curiosidad que no se da en otros países del grupo de las autocracias. Es el caso único, de dictador por interpósita persona, de un títere.
En Argentina hay un caso algo similar en que una “hembra alfa” actúa desde el cargo de vicepresidente. Aquí, el dictador solo figura como expresidente.
La oligarquía cubana que actúa bajo el paradójico nombre de “partido comunista” hace lo mismo. Ha heredado una especie de Haití policiaco y ha podido reprimir brutalmente al movimiento San Isidro que postula, tímida y pacíficamente, cambiar Patria o Muerte por Patria y Vida.
En eso de controlar la vida de los ciudadanos, cuadra por cuadra, se les había adelantado Francisco Franco, en España, con su sistema que incluía tener sus agentes como porteros de todos los edificios de vivienda.
Son los avances que hacen los socios del club nunca muerto de las autocracias, mientras el club de las democracias no tienen margen de maniobra.
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