Un golpe en espera

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Humberto Vacaflor Ganam

La carrera contra reloj del TCP, la Fiscalía y la Procuraduría para habilitar al cocalero Morales debía conducir a que la presidencia sea ocupada por el supuesto ganador de las elecciones de octubre de 2019, pero algo está fallando.

El TCP tuvo que inventar un pretexto pueril para decir que Jeanine Áñez asumió el cargo de presidente de manera inconstitucional: los vicepresidentes de las cámaras no pueden ser tomados en cuenta en la sucesión constitucional “porque representan a la minoría”, algo que no dice la CPE.

La Fiscalía debió declarar cerrado el caso del fraude a las apuradas, olvidando que…

… la Procuraduría todavía estaba recontando los votos de 2019 y no había decretado si hubo o no fraude, pero lo hizo.

Los 40 jóvenes masistas contratados por Wilfredo Chávez tuvieron que dar su consentimiento al informe según el cual ellos contaron 30.000 actas de votos en cuatro días y no encontraron ninguna irregularidad.

Quien manejaba estos equipos estaba reventando las cabalgaduras, porque alguna urgencia tenía.

¿A qué están esperando ahora?

Luis Arce, como dice Siglo 21, es ahora un intruso que ocupa un cargo ajeno, del cocalero Morales, quien ganó, según dicen sus empleados, en la primera vuelta en octubre de 2019. Que la OEA y la UE digan lo contrario, no les importa.

El propio parlamento elegido en 2020 queda como intruso porque usurpa la representación de los masistas elegidos en 2019, que sumaban dos tercios, y no la actual mayoría insuficiente.

El cocalero debe decidir qué se hace ahora. El problema que tiene es que las cosas no dependen ya de él mismo, ni de las seis federaciones de cocaleros, ni del Alto Mando militar que acaba de ser remendado, ni de Moscú ni de Pekín, sino de lo que vayan a decir a la justicia de Estados Unidos dos venezolanos que manejaron los negocios turbios de Hugo Chávez.

Por ahora, el cocalero está petrificado de miedo. Se sabe que es muy asustadizo. Ahora no atina a decir nada, solo porque el “Pollo” Carvajal dijo que Chávez le envió millones de dólares, igual que a Néstor Kirchner, Rafael Correa, Lula da Silva y otros “revolucionarios”.

Todo tiene que ver con la “conspiración” que algunos ellos habrían hecho para llevar cocaína a Estados Unidos, sobre todo el boliviano, los venezolanos y los cubanos.

La justicia boliviana le tiene sin cuidado al cocalero porque la controla con el dedo meñique, pero tiene terror pánico a la de Estados Unidos y a la posibilidad de terminar en Guantánamo.  

Ocupar el cargo de presidente quizá no le serviría de nada. Y por eso está paralizado el plan para quitar a Arce de en medio.

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