Humberto Vacaflor Ganam
Los testimonios que prestan militares que estuvieron en el mando en las jornadas de noviembre de 2019 están poniendo en figurillas a los jueces pagados por el Cártel del Chapare que deben condenar a Jeanine Áñez.
Lo mismo que en Rusia, donde el general Sergei Narinshkin, jefe del servicio de inteligencia exterior, es mirado como la probable solución al baño de sangre que provoca Vladimir Putín en Ucrania.
En el caso de Bolivia, los testimonios en el juicio “golpe” de Estado II, está dejando claro que el trato con el general Williams Kalimán era que, como lo ordena el artículo 144 de la CPE, las FFAA debían llenar de inmediato el “vacío de poder” que estaban creando las renuncias en cascada de los masistas que no habían huido.
Y en el caso de Rusia, ocurre que la posible solución contaría con un aliado inesperado: la enfermedad de Parkinson que sufre Putín y que, según los últimos informes, pone en duda que él pueda permanecer en el cargo de presidente hasta fin de año.
En Bolivia, el hecho de que Kalimán esté ahora prófugo se debe a que no se apresuró a tomar el poder, como estaba convenido, para entregárselo de inmediato al cocalero Morales, porque no tenía el apoyo de los otros comandantes y, sobre todo, porque alguien recordó que había una vicepresidente del senado que podía evitar el vacío de poder aplicando la sucesión constitucional.
En el otro lado del mundo, Putín humilló en público al general Narinshkin cuando anunciaba la invasión, acusándolo de no estar lo suficientemente entusiasmado con ese proyecto criminal.
La cola más larga de esta intromisión de militares en los planes de los dictadores se da en Bolivia, donde el dictador depuesto pretende seguir controlando las FFAA para meter la mano en los ascensos y en la orden de destinos, como ha ocurrido ahora.
En Rusia, en cambio, si Putín fuera destituido, por supuesto que perdería toda posibilidad de seguir mandando en las FFAA.
El dictador boliviano depuesto en 2019 se las arregla para seguir teniendo vara alta en las FFAA debido a los millonarios aportes del Cártel del Chapare que tienen muy bien forrados a los oficiales del alto mando. Y ha provocado que oficiales en ejercicio protesten por el hecho de que sus camaradas que habían sido los últimos de cada curso estén ahora de comandantes, a pesar de que el reglamento interno de las FFAA ordena que sea al revés.
En fin, que en algunos países se puede todavía confiar en los militares dignos para romper las estructuras mafiosas que los dictadores se empeñan en preservar.