Humberto Vacaflor Ganam
Un informe difundido en radio Mitre de Buenos Aires dice que los capos del narcotráfico recluidos en las cárceles argentinas decidieron crear una “cooperativa” para hacer donaciones al sistema carcelario.
Todos los meses, según este informe, aquella organización entregará 200.000 dólares a los administradores de las cárceles, seguramente con el encargo de hacer ciertas mejoras en algunos pabellones.
Las cárceles se han convertido en lugares donde las mafias de la droga se sienten cómodas. La más grande mafia brasileña, Primer Comando da Capital, nació en la cárcel de Taubaté, Sao Paulo, en 1993 y luego se hizo famosa.
Su jefe es Marcola, de nombre Williams Marcos Herbas Camacho, de padre boliviano, preso desde 1999, y sigue controlando su organización desde la cárcel de Porto Velho donde se encuentra desde 2019.
Su organización opera en 14 estados de Brasil pero también en Bolivia y Paraguay. Hace poco, un miembro del PCC fue ejecutado en territorio boliviano, probablemente por orden del capo máximo, que hace tres años difundió el “código penal” del PCC.
En México, los cárteles de Sinaloa y otros estados realizan “obras sociales”, admitiendo que les sobra el dinero y que, de veras, se proponen destruir al Estado. La gente tiene la oportunidad de comparar lo que hacen las autoridades del gobierno con lo que hace la mafia. Una campaña de mensajes profundos.
En Bolivia, el aporte de las mafias del narcotráfico no se ha visto todavía, quizá porque están dedicadas a copar el gobierno nacional, con la confusión que significa manejar un Estado que, en el fondo, querrían destruir.
Es probable que las mafias bolivianas hayan descubierto que pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo: manejar el Estado y, simultáneamente, trabajar para destruirlo.
Se podría decir que, hasta el momento, lo están haciendo muy bien. Han destruido casi todas las instituciones del Estado. O por lo menos las han cubierto de corrupción e inmoralidad.
Ahora se sabe que las FFAA también son cómplices de los ladrones de autos robados en Chile. No solo es la policía, la aduana y todos los que controlan las fronteras: también el ejército.
¿Qué falta por corromper? La justicia es pan comido. El periodismo es un bocado a medias. Se podría decir que la mafia boliviana es la más avanzada en el propósito de destruir el Estado, y convertir a Bolivia en el Estado fallido.
Es que la mafia boliviana tiene un jefe muy eficiente.
Siglo21bolivia.com