Nos llegó la guerra
Humberto Vacaflor Ganam
Un partido político financiado por el narcotráfico, según la denuncia de un militante y diputado de ese partido.
Esta es una realidad conocida por todos los bolivianos, pero que hasta ahora ningún masista la había reconocido.
La admisión llega cuando los narcotraficantes han comenzado a matarse entre ellos, con grados de violencia que reflejan la virulencia de la pelea en la cúpula del partido gobernante.
Cuando había paz y armonía en esa cúpula, los mafiosos no se mataban como ahora. Quizá eso sirva también como evidencia.
Ahora que el cocalero busca recuperar la silla presidencial arremete contra el gobierno y de pronto llegan los asesinatos. No es un chantaje: paz a cambio de sumisión, pero se parece.
Siete muertos en el curso de diez días es una tasa de criminalidad similar a la que se da en la ciudad argentina de Rosario, donde también reina la droga del Chapare.
¿Qué hace falta? ¿Qué el país se rinda, que capitule, como Vladimir Putín exige de Ucrania? ¿Vamos a rendirnos los bolivianos?
Esto se parece mucho a aquella guerra lejana en la geografía, pero muy próxima en sus propósitos y estilos.
Ahora se sabe, por boca de un masista, que el narcotráfico financió las campañas del partido del cocalero.
Son los mismos recursos que le permiten comprar, sí, comprar, diputados supuestamente opositores, o concejales, allí donde no tiene el control total.
La facilidad con que se venden los supuestos opositores es un elemento que desalienta a quienes buscan el cambio… y ¡fuera!
La misión de quienes aspiran a dirigir el proceso de recuperación de la democracia y de la libertad es asegurarse de que no incluirán en sus filas a aquellos vendibles. Los narcodólares se han mostrado hasta ahora muy eficientes.
Los esquemas del fraude no han sido desarmados en el sistema electoral. Nunca se produjo un informe del TSE anunciando que habían sido desarticulados los 27 elementos de fraude denunciados por la OEA. Habría que revisar, uno por uno, todos esos elementos. Y saber cómo y cuándo fueron desarticulados.
Pero hay fuertes razones para sospechar que quedaron intactos.
Esos elementos estuvieron activos en las elecciones de 2020, cuando el actual inepto presidente fue elegido con 55% de los votos.
Cuando hayan sido borrados esos factores del fraude, y el TSE haya sido reemplazado por la Corte Nacional Electoral, los bolivianos darán al mundo la noticia de la derrota de un régimen vinculado con el narcotráfico.
La hora de la verdad se acerca.
Siglo21bolivia.com