Humberto Vacaflor Ganam
No lo dice un militante de la oposición, ni siquiera un periodista crítico del MAS, lo dice IPSOS: el presidente que obtuvo 55% de los votos en 2020 tiene ahora 30% de aprobación de los bolivianos.
Y encuestas hechas en el país dicen que el voto negativo del cocalero Morales es de 76%, dejando el positivo en 24%.
Lo que nos lleva al debate sobre si en 2019 se dio un fraude o un golpe, debate que el masismo lo resuelve con prepotencia, no con razones.
Los jueces que tiene el MAS, los militares y policías domesticados, los medios alquilados, hipotecados o comprados, sostienen que la fuga del cocalero en noviembre de 2019 fue por un “golpe”.
La encuesta de Ipsos, que da al presidente de Uruguay 74% de aprobación, viene a resolver este debate boliviano: lo que ocurrió fue que los bolivianos repudiaron el fraude con tanta fuerza que los dictadores huyeron como ratas.
Fueron los únicos que identificaron a la protesta nacional como una revolución. Los burócratas que llenaron los vacíos dejados por los dictadores en el ejecutivo ni siquiera lo sospecharon.
Quienes conocen la historia de Rusia saben que en febrero de 1917 hubo un estallido social que nadie tradujo en una revolución, pero en octubre fue otra cosa: se cerró el parlamento y se proclamó la revolución. Lenin fue el arquitecto, que cerró los periódicos “burgueses”, porque “sólo saben mentir”, y por culpa de eso es que setenta años después no había quien informe del derrumbe del engendro comunista.
Ahora, en Bolivia se da el debate sobre el censo, que podría ser la bala de plata para acabar con el esquema del fraude que sigue intacto en el sistema electoral.
Se descubriría que hay un exceso de votantes de 1.200.000, creado a pedido de cocalero por una misión venezolana en septiembre de 2009, que en dos semanas produjo el milagro de sumar semejante cantidad de nuevos ciudadanos.
Por eso es que el MAS se opone al censo. Esa radiografía permitiría observar el tumor maligno que está implantado en el cuerpo electoral.
Sus estrategas de pacotilla habían aprobado que el censo se hiciera este año, pero algún asesor extranjero les hizo notar el riesgo de poner en evidencia el tumor.
Esos mismos estrategas habían recomendado al cocalero que se refugie en El Alto y allí cabe su trinchera de resistencia en 2019, pero como él quiso escapar al Chapare, los estrategas propusieron el peregrino plan de generar renuncias en cascada para crear un “vacío de poder” que obligue al general William Kaliman a tomar el poder para devolvérselo al cocalero de inmediato, plan que el general rechazó y el cobarde se fue a visitar a sus amigos de Sinaloa.
Creo que estos tienen que cambiar de estrategas.
Siglo21bolivia.com
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