Humberto Vacaflor Ganam
Quinientos años después de la llegada de las tres carabelas, los chinos son dueños ahora de El Dorado que buscaron los españoles y, en esos afanes, conquistaron estas tierras y nos dejaron su oro, su idioma, como dijo Pablo Neruda.
Será difícil que los chinos hagan algo similar, porque ellos actúan en esta región imponiendo acuerdos secretos que tienen con las dictaduras vinculadas al narcotráfico y a otros pecados de estos tiempos.
Los críticos de la conquista dicen que la plata de Potosí fue llevada sin control, y sin medida, en tales volúmenes que, según un cálculo inverosímil, se podía haber construido un puente de doble vía hasta España con ella.
Pero hay algunos parecidos en los estilos de estos buscados de El Dorado, aunque los separe medio milenio.
Los chinos tienen ahora unos mitayos, como los que trabajaron en Potosí, pero que se llaman “cooperativas”. Los esclavos de ahora tienen que entregar el metal, pero además tienen que imponer los caprichos del imperio a los que gobiernan la colonia. Las cooperativas son los intermediarios, los mensajeros, los “llunkus” de los nuevos conquistadores, igual que el gobierno.
Una nueva forma de conquista, aunque con métodos parecidos.
Se llevan el oro de la misma manera como los españoles se llevaron la plata, aunque estos últimos por lo menos pusieron una fundición y una Casa de la Moneda para fabricar el famoso “Real de a Ocho”, la primera divisa universal.
Lo que hacen los nuevos conquistadores es explotar el oro de los ríos bolivianos y llevárselo, sin haber hecho ninguna fundición ni acuñación de monedas. Envenenan los ríos y las selvas, con los aborígenes incluidos, y se llevan el oro.
Tienen más ventajas que los españoles porque han logrado que sus “mitayos”, las cooperativas, impongan en esta nueva colonia la aplicación de las regalías más baratas de toda la minería: 2,8%, frente a 7% y más de los otros metales.
Tienen “mitayos”, pero también tienen combustible subvencionado por el Estado colonizado, con lo cual salen mejor parados que los españoles. Además de no pagar impuestos ni regalías, y llevarse el oro, pagan menos por el combustible que la colonia debe importar.
Tan sometido está el mencionado Estado que el Banco Central no puede conseguir que los chinos le vendan un poquito de oro que necesita para añadirlo a sus muy menguadas reservas estratégicas.
Habrá que enviar un mensajero al emperador chino para decirle que en esta colonia la gente no acepta el sometimiento. Que se lleve a sus súbditos. Y también su idioma.
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