Carnaval sospechoso

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Recuerdos del presente

Carnaval sospechoso

Humberto Vacaflor Ganam

Un país quebrado, a punto de entrar en el colapso económico, con la hambruna asechando, pero cientos de miles de jóvenes y sus bellas parejas bailando, como negando la existencia de la crisis.

Han entrenado durante seis meses, han comprado sus ropas especiales, han reunido el dinero para pagar a las bandas de música, ajenos, en este caso, a que el gobierno sea corrupto, además de muy inepto.

Lo que se ve en la semana de carnaval es resultado de ensayos y esfuerzos hechos durante medio año por  cientos de miles de parejas, que es lo que no saben en los países vecinos. No saben que la pasión boliviana es la danza.

El espectáculo boliviano confirma que el carnaval es lo único que se toma muy en serio en Bolivia, como fue incluso en 1879, muy alegre, a pesar de que al país le habían amputado los pulmones y las piernas.

Una fiesta que sirve para menospreciar tragedias, para olvidar las circunstancias, por más dramáticas que sean, como la que se presenta ahora, con un gobierno tan, pero tan inepto que ni siquiera tiene capacidad para asumirlo.

Mientras haya buen ritmo, todo pasa, mientras haya danzas únicas, que con mucho afán copian algunos vecinos, todo está en orden, todo en honor a Dionicio, el dios griego del vino.

Una catarsis colectiva que permite ignorar lo que esté ocurriendo en el país, incluso si se trata de la peor crisis económica de la historia, como es la presente.

O se podría entender que la capacidad de los bolivianos de hacer abstracción de sus penurias sólo da para una semana por año, pero una semana en serio, a todo dar, una semana de gran reventón.

Y después volvemos a la realidad, cuando ha llegado el domingo de tentación, lo que justifica la vieja copla “carnaval alegre, dicen que te vas, ¿por qué no te quedas unos días más?”

Un carnaval que se festeja a todo pulmón cuando las elecciones están a cuatro meses de distancia, oportunidad para no poner fin a la crisis, pero sí al gobierno que la alimenta con su corrupción e ineptitud.

Los candidatos han tenido el tino de no interferir en el carnaval, quizá porque admiten de esa manera que ellos forman parte del problema al no ofrecer una solución radical para la crisis.

Mientras tanto, el carnaval boliviano ha deslumbrado a quienes pudieron observarlo en las redes.

Siglo21bolivia.com

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