Humberto Vacaflor Ganam
Hay en el ambiente una expectativa muy grande por el desenlace que tanga este proceso de liberación de la dictadura más larga que ha tenido hasta ahora Bolivia y que se ha marchado con demasiada facilidad para sorpresa de la mayoría de los bolivianos y el desconsuelo y decepción de sus seguidores.
El desenlace deberá ser digno de la gesta libertadora que vivió el país. Los actores deberán entender que están heredando una hazaña, una epopeya democrática de la que los bolivianos están orgullosos. Todo va por buen camino.
Admitamos que fue desconcertante el comportamiento de los masistas del parlamento dejados en la orfandad y el desamparo por el fugado. Ellos mostraron, para asombro de los demás parlamentarios y disgusto de los fugados, que habían entendido el profundo mensaje de la revolución boliviana, de la insurrección pacífica, de la gesta constituyente.
Fueron los masistas del parlamento quienes decidieron, por propia iniciativa, movidos por la decepción que les causó la cobardía de su caudillo, no reunir la Asamblea Nacional para rechazar la renuncia, como quería el cobarde desde México, y también reconocer la legalidad de la presidente Jeanine Áñez, convocar a elecciones en que no podrá participar el cobarde, y finalmente designar un TSE confiable, en reemplazo del que había puesto el cobarde.
Los masistas abandonados entendieron lo que no quieren entender los mequetrefes extranjeros que siguen hablando de golpe de Estado, de indígenas maltratados, de prisioneros lanzados desde los helicópteros, de “la derecha fascista”. Para esta confusión de los mequetrefes confabula el fraude que es en sí mismo el cocalero: tiene cara de indígena pero es un cocalero, un Chapo Guzmán con cara de aymara, el zar de los cocaleros, de esos que sólo producen para fabricar droga. Pero los mequetrefes creen que se trata de un pobre indiecito, el “primer presidente indígena de Bolivia”, ahora víctima de una confabulación de “la derecha”.
Por de pronto se pueden anotar algunos cambios producidos por la constituyente de las pititas. Los caudillos han sido descartados. Unos aspirante a serlo están quedando en el camino. No habrá mayorías aplastantes en el parlamento del futuro. Se restablecerán las instituciones que habían sido aplastadas por la dictadura, comenzando por la Contraloría. La justicia está recuperando la dignidad de la que había sido despojada. El periodismo está levantando cabeza después de la larga noche oscura. La libertad está renaciendo. Con eso tenemos bastante.
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