Para el consuelo

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Humberto Vacaflor Ganam

En esto de predecir el día después hay muchas manos, demasiadas manos. Pero está bien. Alguien acertará con las predicciones más apropiadas.

Por el momento, mi aporte para el consuelo por estos días de arresto domiciliario. Varias veces estuve en este tipo de castigo, pero no por temor a un virus sino por amenazas individuales de muerte, amenazas unidireccionales, con nombre y apellido.

A ver. Los consuelos.

En el año 541, según el historiador Procopius, y lo recuerda Elizabeth Kolbert en New Yorker, surgió una peste en Egipto, que se extendió a Turquía, Roma, Londres y todo lo que hay en el camino. En Constantinopla vivía el emperador Justiniano, del Imperio Oriental, que se salvó de morir pero no pudo impedir que la peste llevara su nombre. La plaga volvió a Turquía veinte años después, y otra vez más en 586. Tan grave fue la cosa que otro historiador contemporáneo, Juan de Efesus, relató que la gente no podía salir a la calle si no llevaba consigo una etiqueta con su nombre, por lo que pudiera pasarle. A todo esto, Roma, la eterna, quedó reducida a 35.000 habitantes. Se acabó el imperio. La autora dice que la historia es hecha por los hombres pero también por los microbios.

Los microbios del sarampión pusieron su sello en la momia de Ramses V, que murió en el año 1154 AC. Y luego, para hacerla corta, esos mismos microbios ayudaron a los conquistadores españoles en la tierra de los Aztecas y de los Incas (ningunos angelitos), en ese orden. Invisibles pero muy eficientes aliados. Sobre esto Jared Diamond escribió un libro en el que expone cómo las “Armas, microbios y acero” marcaron la historia de la humanidad.

Es cierto, ninguna de las plagas que se han presentado en el mundo desde que se tenga memoria han contado con el más eficiente sistema de información creado por el homo sapiens, como ahora ocurre.

Si los Incas hubieran sabido que 17 años antes de la llegada de Pizarro a Cajamarca estaban asentados estos europeos en Panamá, a sólo 1.700 kilómetros, quizá se hubieran podido preparar. Pero no tenían ni siquiera escritura y tuvieron que sucumbir.

Diamond refiere que la crónica de la muerte de Atahuallpa escrita por Cristóbal de Mena apenas demoró ocho meses para ser el primer “best seller” de Europa originado en Las Indias, a 8.881 kilómetros de distancia. La escritura ayudó a difundir la información.

Lo que sigue quizá sirva de consuelo, o de envidia.

Ocurre que los cárteles de la droga de México están mostrando que controlan territorios y tienen conciencia social para aplicar políticas de ayuda. Entregan canastas con alimentos, sólo eso, en las zonas que controlan. Y el gobierno de Brasil ha decidido tomar contacto con los narcos que controlan las favelas para coordinar políticas de ayuda. Son una realidad, que el gobierno de Bolsonaro ha decidido reconocer para este caso.

Los narcos nuestros, en cambio, miran para otro lado. Simulan no existir. Están dedicados a hacer política, para que retorne el padrino de todos ellos.

Quizá quienes quieren adivinar cómo será el futuro deban tener en cuenta estas realidades.

Siglo21bolivia.com

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