Alimentos frente al virus

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Humberto Vacaflor Ganam

Según la revista The Economist, en abril quedaron sin trabajo en Estados Unidos 20,5 millones de personas que trababan en el sector no agrícola. El aumento en la tasa de desempleo que se da ahora es el más alto desde 1948, dice la oficina de empleo.

Y ocurre que en todo el mundo los que pierden trabajo son aquellos que trabajan en el sector no agrícola, aunque la mayor cantidad de despedidos pertenece al sector de restaurantes y hoteles.

Es más, ejecutivos de Airbnb, empresa que se dedica a alquilar casas ajenas, creen que sus actividades van a caer en 50% ahora y que la tendencia mundial del turismo ha cambiado para siempre, porque a partir de ahora la gente querrá viajar, pero lo más cerca de sus casas y sus pueblos.

Pero lo que todos repiten es que el sector de producción de alimentos se mantiene firme, porque, como se sabe, la gente no ha perdido el hábito de comer todos los días, y eso se da en todas partes.

Las exportaciones de carne de cerdo de Estados Unidos a China crecieron cuatro veces desde mediados de marzo a pesar de la pandemia y los problemas que han surgido entre ambos países a raíz del virus.

En estos días de cuarentena Bolivia ha recibido pedidos de alimentos de Paraguay y Ecuador. Ha crecido la demanda de azúcar, lo que obliga a resolver problemas de transporte cuando las carreteras de casi todos los países han sido comprendidas por la cuarentena.

Dice la revista The Economist que el sector productor de alimentos se ha mantenido firme, con un nivel de demanda que incluso ha crecido. “Mientras algunos almacenaban lo más que podían a la espera de una escasez, el mercado de los alimentos reaccionó de forma eficiente y, con algunas excepciones, la falta de alimentos no ha sido un problema mayor en todas partes menos los países más pobres que ya enfrentaban problemas de hambre antes de la pandemia que casualmente empezó en un mercado Chino.” 
Lo que The Economist llama un «milagro capitalista» no refleja un plan monolítico, sino una cadena de suministro global de US$ 8.000MM que se adapta a una nueva realidad, con millones de empresas que toman decisiones espontáneas, desde cambiar proveedores de arroz en Asia a reacondicionar congeladores para transportar alimentos frescos. El sistema está lejos de ser perfecto: a medida que los ingresos colapsan, más personas pasan hambre.”

Pero es un sistema que funciona. Quizá sea el único que sobreviva sin grandes traumas, como en cambio tendrán todos los demás sectores.

Y Bolivia tiene ventajas en esto, porque su sector productor de alimentos se mantiene robusto a pesar de todos los problemas.

Siglo21bolivia.com

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