Humberto Vacaflor Ganam
Las milicias armadas ya existen en el país pero el anterior ministro de defensa dijo de ellas que deberán pasar por encima de su cadáver y el de todas las Fuerzas Armadas si querían existir. Dura tarea.
Y el actual ministro de defensa, empresario también, como el anterior, dijo que son inconcebibles las milicias debido al “ordenamiento legal” que, según él, existe en el país. Un ministro de defensa que dice eso hace temer por la defensa del país. Yo voy a tomar mis previsiones.
Mientras se daba este interesante intercambio de opiniones, los Ponchos Rojos de Achacachi habían reemplazado a la guardia presidencial en la plaza Murillo y estaban cubriendo todo ese espacio. Se las habían pasado por encima. Aunque no todavía por encima de los cadáveres.
Caminaban por la ciudad de La Paz, según dijeron sus líderes, “buscando pititas”, para llevárselos a Achacachi y devolverlos bien educados. Y reformados. O quizá colgarlos, como hicieron con unos pobres perros.
Aimaras al fin y al cabo, estos guerreros exhiben fuera de sus ponchos unos látigos que ellos laman “chicotes” pero dejan intacto el misterio de lo que llevan bajo el poncho. Podía ser desde un machete hasta un rifle klashnikov o una metralleta.
Lo cierto es que caminan, orondos, amenazantes y nadie los detiene. Salvo una señora de Tupiza que abrió su puerta cuando ellos estaban a punto de derribarla, se paró frente a ellos y les preguntó qué querían.
Ellos trataron de explicarle, hablando en 70% de aimara, 15% de quechua y 15 % de ademanes de amenaza, que habían llegado desde el extremo norte del altiplano, donde ellos son dueños y señores de vidas haciendas y sobre todo bloqueos de carreteras, para esperar “al hermano Evo”, y que ahora exigían el levantamiento del bloqueo de la carretera que estaban haciendo los tupiceños.
Estos mis paisanos no levantaron el bloqueo y el cocalero tuvo que tomar la ruta de Butch Cassidy para llegar a Uyuni, donde tampoco era bienvenido. No te metas con los tupiceños!!!
Un paceño reiría al escuchar que un achacacheño pide que se levante un bloqueo, si ellos lo inventaron, mezcladitos con comidas que cocinan bajo la tierra, usando cualquier carne, sin descontar la del homo sapiens, o aunque no sea muy sapiens, de sus propios.
Y está el caso de los “guerrilleros” de las pegas: unos masistas que recorrieron, también con látigo en la mano, algunas oficinas públicas para reclamar lo que ellos consideran de su propiedad privada: las pegas.
Las pegas como el sumun, como el objetivo final de la política, no importa lo que digan o no digan los líderes. Pegas, y punto.