Hemos tocado fondo

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Humberto Vacaflor Ganam

Hacia 1974, Jorge Luis Borges regresaba a Buenos Aires después de haber visitado Japón y un periodista le preguntó si creía que la crisis económica de Argentina, que entonces también era muy grave, había tocado fondo.

La respuesta de Borges fue aterradora aunque pronunciada con voz temblorosa: “No, yo creo que podemos seguir hundiéndonos indefinidamente”.

Recuerdo esas palabras ahora, a propósito de la crisis moral que vive Bolivia, como cosecha de un masterado de inmoralidad al que fueron sometidas todas las instituciones del país desde 2006.

El espectáculo de los últimos días sobre los autos robados en Chile vino a revelar un ángulo de esa cosecha: la demostración de que se ha perdido la noción de delito y que la delincuencia ha pasado a formar parte de los privilegios de la casta gobernante.

Los autos de lujo robados en Chile, pero también en Argentina y Brasil, son traídos a este paraíso del pecado, a este Estado fallido, y van a dar a las manos de la casta masista. Primero llegan a Yapacaní, una colonia del Chapare, la más próxima.

El hecho de que los dueños de los autos robados, que vinieron a llevárselos, tuvieran que pagar a los ladrones, pareció algo inaudito a los chilenos, pero tuvieron que hacerlo. El argumento era que esos autos fueron comprados por sus actuales propietarios bolivianos, sin saber que habían sido robados en Chile.

Esta iniquidad no marcó el colmo de la vergüenza y la inmoralidad, no tocamos fondo, porque luego vino un diputado masista y dijo que se debía mandar a la cárcel a los funcionarios de migración que dejaron pasar a los chilenos.

¿Qué más puede ocurrir en el país como demostración del oprobio en que han caído sus autoridades y sus instituciones?

¿Vamos a seguir hundiéndonos indefinidamente en la inmoralidad o vamos a recapacitar y buscar soluciones?

El haber tenido un gobernante que durante catorce años fatigó la infamia, y lo sigue haciendo después de haber renunciado y huido, ¿nos ha marcado para siempre? ¿Él es el ejemplo que vamos a seguir? ¿Es nuestra guía? ¿Nuestro timonel?

A fines de 2019 se perdió una gran oportunidad para acabar con este cáncer. Los escrúpulos de “sucesión constitucional” terminaron frustrando la mayor y masiva protesta ciudadana de nuestra historia.

Los únicos que advirtieron que estábamos ante una revolución fueron los masistas: escaparon como ratones (lo dijo Sergio Choque, diputado masista).

El país necesitaba en ese momento un Lenin que convirtiera esa epopeya en una revolución, en una limpieza, una purificación.

La “sucesión constitucional” hizo que el elefante pariera un ratón.

Pero estamos a tiempo. Ya tocamos fondo.

Siglo21bolivia.com

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