Humberto Vacaflor Ganam
El MAS se ha lanzado a la campaña electoral para 2025 con ruidosas denuncias de que por lo menos los hijos de los dos principales candidatos son corruptos.
Esto podría tener por lo menos dos lecturas.
Si se trata de denuncias dirigidas a desprestigiar al candidato o, todo lo contrario, si quieren recomendarlo.
La segunda opción tendría sentido si las encuestas del partido hubieran descubierto que el electorado ha llegado al punto en que valora la corrupción como una virtud.
Quizá esos ciudadanos piensen que hay delitos que deben dejar de serlo, como propone el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aliado del MAS.
La encuesta habría descubierto que el festival de corrupción, el más grande de la historia del país, dado desde 2006, logró cambiar la mente de los bolivianos. En este experimento social se invirtió 55.000 millones de dólares.
El “proceso de cambio” abarcaría incluso el código penal y los mandamientos de la Iglesia. Unos nuevos códigos de conducta habrían bajado del monte del Chapare, escritos con hojas de coca.
Para que los electores acepten la corrupción, esta sutil campaña comenzó convenciéndolos de que el narcotráfico, al fin y al cabo, es algo que beneficia al país porque genera ingresos.
Hay grandes inversionistas que construyen edificios por todas partes, a los que no les importa si los departamentos se venden o no, pero están en oferta y forman parte de un fabuloso operativo de lavado.
De paso, esa actividad ha puesto a Bolivia en los titulares del mundo como el primer país que tiene un gobierno vinculado con el narcotráfico, como asegura de la actual gestión el exministro Carlos Romero.
Otros delitos están en proceso de dejar de serlo. Por ejemplo, capturar patrullas militares y obligarles a firmar actas por las que se comprometen a no detener autos ilegales que ingresan de Chile, ya sean robados, ilegales o nuevos.
O avasallar tierras privadas, incluso capturando y secuestrando policías, como ocurre en Las Londras.
Otro delito que está en proceso de dejar de serlo y convertirse en un mérito es invadir parques nacionales e instalar en ellos fábricas de clorhidrato de cocaína.
Además de habilitar pistas clandestinas, algunas de las cuales tienen iluminación nocturna, confiados en que el Estado boliviano no tiene acceso a ellas.
Y también va en sentido contrario todo este proceso. No está permitido ganarle al MAS en elecciones, so pena de ser acosado por la justicia o ser detenido.
Por todo esto, que los hijos de los candidatos del MAS sean corruptos termina siendo una recomendación.
Es el mundo al revés. El proceso de cambio consumado.
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