Humberto Vacaflor Ganam
Algún asesor tendría que decirle al presidente que si se propone decir que todo está de maravilla en la economía, no apruebe medidas capaces de crear pánico.
Tiene que hacer lo que dice. O decir lo que se propone hacer, porque de lo contrario, si dice una cosa y hace otra, refuerza el criterio nacional de que no hay gobierno.
Un criterio que se basa en observar al presidente tan afanado en pelearse con su mentor, con su tutor, usando acusaciones cruzadas que aluden a iniquidades, lo que no le daría tiempo para dedicarse a gobernar.
No digas que la subvención de los combustibles se mantendrá normalmente si al día siguiente tus colaboradores van a anunciar que la venta de gasolina en las fronteras estará restringida.
Pero sobre todo no hagas esos anuncios sobre los combustibles sin incluir restricciones severas para quienes los usan para producir pasta base de cocaína en el Gran Chapare, salvo que lo hagas para no molestar a tu mentor.
Es cierto, la herencia económica que ha recibido el presidente es muy pesada, producto de una pésima gestión de un ministro de economía que estuvo en el cargo durante trece años.
Pero es mejor no buscar a los culpables del pasado, para lo que, en este caso, bastaría con que se mirara en el espejo, sino ver qué se puede hacer para salir de este atolladero.
No hay dólares y el gobierno dice que en mayo los entregará, pero ocurre que la industria boliviana requiere, ahora, en este momento, dólares para producir, incluso cosas que luego se han de exportar.
El presidente dice que las monedas que predominan en el mundo son reemplazadas por otras, y que la suerte de la libra esterlina será repetida por el dólar de Estados Unidos.
El problema es que los dólares, los odiados dólares, hacen falta en este momento, ahora mismo, para importaciones imprescindibles, para el comercio normal, para vender o comprar casas, departamentos, autos, legales o chutos.
No digas que todo es normal si sabes que el FMI ha informado que el crecimiento de la economía será de solamente 1,8%, y no de 4,8%, como dijo tu gobierno.
Quizá haga falta que cese la guerra interna en el MAS, para que el gobierno sea capaz de dedicarse a las cosas importantes.
Salvo que, en un gesto de honradez, inconcebible para un masista, anuncie que ha llegado a la conclusión de que el proyecto de su partido se ha agotado, porque sólo sirvió para el enriquecimiento de unos cuantos, como admitió Carlos Romero, y que ya no tiene nada para ofrecer al país.
No sería una sorpresa para nadie. Una era habría pasado. La República de Bolivia se habría impuesto nuevamente, como en otras oportunidades.
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