La retirada del Chapare
Humberto Vacaflor Ganam
Si quedara un compositor de boleros de caballería, ese subgénero musical que sirve para acompañar los entierros solemnes, podría ahora componer uno referido a la retirada del Chapare del ejército boliviano.
Se han compuesto otros boleros acerca de otras derrotas, como la retirada de Villa Montes, de Boquerón y una larga lista en nuestra atribulada historia, que resultaría muy largo enumerar.
Pero esta vez se trata de una retirada muy rápida, que no necesitó tener un ejército extranjero ante el que capitular, sino una simple amenaza, un ultimátum. Bastó un carajazo.
Las seis federaciones de cocaleros le hicieron saber a las Fuerzas Armadas de Bolivia que, si no pedían disculpas públicamente, en el plazo de 24 horas, se las verían con el “comandante”.
El aludido comandante había dicho a través de unos de los medios de comunicación con que cuenta, todos pagados por el Estado, que el ejército estaba mostrando intenciones de convertir a la novena división en una fuerza militar de ocupación del Chapare.
No quiero creer, dijo el “comandante” de los cocaleros, en su especial estilo de hablar el idioma, que el Ejército haya decidido concluir la obra de los comandantes del régimen transitorio de Jeanine Áñez y militarizar el Trópico, como él llama al Chapare.
Leonardo Loza, el lugarteniente del comandante, se ocupó de dar el plazo en que el ejército boliviano debía pronunciar la proclama de rendición ante esta poderosa e imbatible fuerza política y económica de los cocaleros y los narcos.
Pues bien, en el plazo indicado, los militares bolivianos decidieron anunciar que se rendían, y lo hicieron en un comunicado con todas las palabras de una capitulación. Y con promesas de que nunca más osarían hacer algo parecido.
Lo que indica que las FFAA de Bolivia han reconocido la extraterritorialidad del Chapare. Se trata de una región del país que ahora no pertenece a la soberanía de Bolivia.
Loza no necesitó amenazar a la policía, quizá porque sabe que la policía es solamente un sirviente del MAS, un trapo sucio. Aunque, dice el comandante, sus encuestas revelan que el prestigio de los jueces está ahora peor que el de los policías por primera vez.
Entonces, además de las retiradas de batallas ante ejércitos extranjeros, las Fuerzas Armadas de Bolivia tiene ahora una retirada ante un ejército interno. Una derrota nueva para estrenar.
No pidieron disculpas a los mineros de Siglo XX por la masacre de San Juan en 1967 pero le piden disculpas a los cocaleros por haber osado, apenas, pensar en controlar el Chapare para la soberanía nacional.
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