Humberto Vacaflor Ganam
Se supone, según la propaganda del MAS, que el país está dividido entre quienes apoyan a Luis Arce y quienes respaldan a Evo Morales. Y nada más.
Las encuestas, muy tozudas, no creen esta historia. Al primero le dan 14% y al segundo apenas 10%.
Ya sabemos que en las encuestas no influye el fraude, lo que explica esta aparente contradicción.
Pero vamos a asumir que estos dos personajes se dividen, a mitades, las preferencias de los bolivianos.
Lo vamos a asumir tomando en cuenta los titulares de los medios, que sólo hablan de la disputa entre los dos rivales que dividen al MAS.
El uno, que todavía hace de presidente, acaba de aumentar el presupuesto de 2024 para poder destinar 84% del total al pago de salarios a sus cada vez más numerosos colaboradores.
Se sabe que su idea es crear este año 134 nuevas empresas estatales con una inversión total de 3.500 millones de dólares.
Está decidido a cubrir todas las actividades económicas el país con empresas estatales. Si son eficientes o no, no le importa. Es que se trata de desplazar a los empresarios privados de actividades que todavía controlan.
Y, de esa manera, se propone llevar al país al socialismo. Cuando haya cumplido ese propósito, al día siguiente, procederá a suprimir la propiedad privada, como corresponde a cualquier socialista que se respete.
Si los bolivianos decidieran, al tercer día, abandonar el país, como hicieron los de la isla del Caribe, o los de Venezuela, se habría cumplido otra meta del socialista.
En ese caso, el partido crea su propio feudo, convierte a los lugareños que no partieron en sus esclavos… y listo el pollo.
El otro caudillo tiene ideas más claras. Sólo quiere convertir a Bolivia en el paraíso de la cocaína, tarea en la que está empeñado desde antes de 2006.
Desde entonces ha convertido todos los parques nacionales en centros industriales donde se han instalado las más modernas fábricas de clorhidrato de cocaína de Sudamérica.
Su sueño siempre ha estado relacionado con la coca y sus derivados. En realidad considera que Bolivia es una entelequia, un error cometido en 1825, porque él ambiciona crear la Gran Colombia de la coca.
Tiene a su gente en Puno y en el VRAEM en Perú, así como sus seguidores en Ecuador, sus socios en Colombia y en el Orinoco de Venezuela, además del Cártel de los Soles.
Aspira a ser el Simón Bolívar de la coca. O de los residuos de la coca, de color verde.
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