EL FINAL DEL TÚNEL

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Humberto Vacaflor Ganam

El país está gobernado por una mafia, dice el jefe del partido que está en el gobierno, en la admisión más sincera que haya hecho hasta ahora este personaje de algunos de sus pecados y delitos.
Aunque, eso sí, se ha propuesto sugerir que hay una mafia en el gobierno de Luis Arce que sería diferente a la que él mismo maneja, como jefazo de todas las actividades económicas ilegales.
Como conclusión de estas declaraciones de franco desparpajo, resulta que los bolivianos somos los sumisos testigos ¬–algunos cómplices¬¬– de un mafioso confeso que se atreve a llegar al cinismo máximo, jamás visto en ninguna parte.
Hay otros gobiernos, demasiados, que están en manos de mafias, pero ninguno de ellos ha tenido el supremo descaro de admitirlo, quizá porque saben que sus ciudadanos no lo tolerarían.
Y en el país todo marcha como dice el mafioso confeso que llegó al poder en 2006 y se ha convertido en dictador que ejerce ese su rol incluso cuando no está en el gobierno.
El año 2024 comienza con un acto de rendición de la policía en Guarayos, donde los asaltantes de tierras exigieron, hasta conseguirlo, la liberación de dos matones armados que habían sido capturados con las manos en la masa.
Y comienza el año con la confirmación de que la justicia ha sido totalmente destruida, primero por la decisión masista de usarla y manosearla a su antojo y luego porque los jueces no han sido ni serán renovados debido a un conflicto interno en el MAS. Conclusión: ahora Bolivia no tiene jueces, ni siquiera los mamarrachos que había impuesto el MAS.
El ministro Iván Lima ha conseguido arrebatar al cocalero Morales el control del TCP, aunque sólo para afanes político-electorales. Lo demás, como la existencia de cerca de 300 presos políticos, no entra en las urgencias de Lima. Él sólo quiere que el cocalero pierda toda posibilidad de ser candidato en 2025.
Un juez ha ordenado, ya desde su condición de juez en receso, que la Jeanine Áñez tenga la novena ampliación de su detención preventiva, lo que suma cerca de tres años de prisión sin sentencia.
Hay un gobernador preso, que fue elegido en el departamento más codiciado por el cocalero y sus agentes. No puede ser liberado porque es el rehén del ejército narco que se propone convertir a Santa Cruz en el gran Chapare, para proveer de droga al mundo.
En 2019 los bolivianos dijeron basta. Algo falló. Pero siguen hastiados de este festín de oprobio.
Siglo21bolivia.com

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