Humberto Vacaflor Ganam
La empresa que nació después de una guerra y se fortaleció cuando el ejército derrotó a una guerrilla, está ahora en crisis, a pesar de haber producido ingresos fabulosos durante los años del súper ciclo.
Sólo dos empresas petroleras del mundo quedaron mal después de esos años de precios increíbles: la venezolana PDVSA y la boliviana YPFB. Fueron tan mal manejadas que ahora están en la ruina.
Un trabajador de nombre desconocido de YPFB se atrevió, el año pasado, a encarar a los jerarcas el país, a aquellos que fueron responsables del descalabro, y decirles que estaban matando a la empresa.
Es probable que el trabajador haya sido despedido, pero su testimonio quedó registrado en una grabación que, por esas cosas de la tecnología, fue conocida apenas ahora.
Las dos refinerías del país están operando sin contar con el petróleo que necesitan porque, como se sabe, el país no produce el crudo suficiente debido a que no se hicieron las inversiones necesarias en exploración.
Los 53.000 millones de dólares que las exportaciones produjeron durante la vigencia de los altos precios fueron despilfarrados en la compra de elefantes blancos y en gastos superfluos, como museos y palacios.
En 2006 eran 600 los empleados de la empresa y ahora son 8.000. Una empresa que produce más empleos que barriles de petróleo, como le ocurrió a la venezolana PDVSA.
Lo que dijo el trabajador de nombre desconocido es que ahora la producción de crudo llega solamente a 40.000 barriles por día y que las dos refinerías necesitan procesar 62.000 barriles.
Si no se resuelve el problema, una de las dos refinerías tendrá que parar. Lo habían advertido los trabajadores de la empresa en el año 2015 pero nunca fueron escuchados. “Hemos gritado”, dijo el trabajador. “Un pozo no se hace en un mes. Pónganse las pilas”.
En lugar de ponerse las pilas y hacer exploración, la empresa sólo se concentró en explotación, hasta que logró agotar los campos productores encontrados durante gobiernos anteriores. El error se mantiene ahora, este año, YPFB destinará 482 millones de dólares en explotación y 422 millones en exploración. Es decir que no entienden que se debe privilegiar la exploración.
Se anuncia un esfuerzo para aumentar la producción del campo San Antonio, para exprimirlo, como ocurrió con San Alberto, que ahora vive sus últimos días.
Alguien tiene que salvar a YPFB.