Humberto Vacaflor Ganam
Los incendios de la Chiquitania cruceña siguen sin control cuando otros fuegos, como chispas políticas, han estallado en centros urbanos: dos en Santa Cruz y uno en Chulumani.
El presidente ha dicho que los incendios de Santa Cruz, donde fueron atacadas dos casas de campaña de su partido, son “atentados contra la democracia”, pero no ha comentado sobre el incendio de Yungas, que surgió de otras chispas, también políticas.
Algo tienen en común estos incendios urbanos y también algunas diferencias. Los de Santa Cruz son hijos de la política de invasión y avasallamiento que aplica el gobierno central sobre los bosques del departamento, mientras que el de Yungas es resultado de los instintos de venganza del presidente cocalero contra esa región.
Detrás de ambas motivaciones está la coca. Los incendios de Santa Cruz han sido alentados y luego azuzados por aspirantes a cocaleros llegados desde yermas tierras del occidente. Ellos aspiran a tener un nuevo Chapare, o varios Chapares, en el territorio cruceño, si fuera posible muy cerca de Brasil, donde viven los mayores consumidores de cocaína del hemisferio, mientras que el incendio de Chulumani fue provocado por quienes defienden a los dirigentes cocaleros yungueños. Y a su líder, Franclin Gutiérrez, quien cometió la imperdonable osadía de decir que aspiraba a ser el segundo cocalero que llegara a presidente en el país, algo que el primero no podía aceptar y puso en acción de eficiente aparato de jueces para hacer tronar el escarmiento. Después de él, sólo el diluvio o el infierno.
Los incendios de Santa Cruz, dijo el presidente, ponen en peligro la democracia. El de Chulumani no tiene una caracterización todavía, aunque es un atentado contra la democracia dentro del movimiento cocalero.
Detrás de estos fuegos y estos juegos políticos, está el drama de los pueblos afectados y la decepción de algunos bomberos.
Los bomberos voluntarios que participaron en los esfuerzos por controlar el fuego dieron testimonio de que mientras ellos hacían su trabajo, ciudadanos que se beneficiarán con la tierra arrasada estaban iniciando nuevos incendios, y amenazaban a los bomberos.
Tanto odio tienen estos incendiarios a los bomberos que el gobierno se permitió decir una barbaridad: sugirió que los bomberos voluntarios chilenos estaban creando los nuevos incendios. Una afirmación que da vergüenza: una ofensa canalla.
Mientras se dan estos fuegos, el TSE se propone controlar las encuestas, aunque sólo algunas, aquellas que dan menores porcentajes a los candidatos vetados por un referéndum.
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